domingo, 26 de octubre de 2008

UN RECUERDO PARA MIS QUERIDOS HIJOS



Íbamos al parque a jugar, mis hijos eran chicos con ganas de correr y saltar
el sol era nuestro aliado, jugábamos sin cesar y no me daba cuenta que ¡ellos crecían cada vez más!


Las tardes grises de invierno el ludo, las damas o las escondidas y las canciones de moda eran nuestro pasar.


A la noche contábamos cuentos e historias de brujas, lobos, princesas y cenicientas, y hasta el mismo drácula que en su castillo aventurábamos a entrar.


Los domingos eran nuestras revanchas jugábamos en el parque un partido sin igual, los veranos en la pileta, primero con tobogán y después buceo al estilo de papá una piedra en el fondo para buscar.


Al mar íbamos todo el mes de febrero a pescar corvinas, pejerreyes y otros más éramos los pescadores, del tiburón enorme, que jamás pudimos sacar.


Con bicicletas en hilera, nos íbamos a pasear, la nena más chiquita en un asiento con papá, después otras dos hijas hermosas integraron este grupo que jugaban sin cesar en el parque o en el mar.


Los días pasaron, los años también pero el recuerdo de mis hijos siendo niños quedo grabado en mi corazòn.

Que tiempos aquellos, cuando salían, agarrados todos de la manos y nos íbamos contentos a pasear, ¡Vamos a la calesita! quiero sacar la sortija ¡Dale pà, dale!...que ya empezó.


Las melodías llamaban...hacia ella corrían los veía como felices y entusiasmos se divertían


Días hermosos como ese trencito, que tocaba el silbato llamando a los chicos, hoy sus vías están dormidas y esos gritos en ese verde, son cicatrices perdidas en el tiempo.


¿Quizás mis hijos?, al ver ese parque recuerden a su papá que jugando con ellos era un niño más y cuando con sus hijos se pongan a jugar entenderán que grande ha sido mi felicidad.


Porque la inocencia riendo les dirá, como a mi “dale papá” quiero jugar ¡Entonces serán uno más!



Mis nietos se quedan asombrados, cuando su abuelo les cuenta, como jugaba en las hamacas o el tobogan, y a las escondidas en el hueco de un òmbu.

Si la vida me ha premiado y ese amor lo llevo guardado, porque haberlos tenido a mi lado, es la bendición que Dios me ha dado.


Y si hay algo que faltaba para llenar aun mas los recuerdos, hubo un invierno que Dios pinto el parque de blanco como regalo del cielo.


¡Queridos Hijos!, en palabras sencillas, con la nostalgia de esos años, les he pintado un momento, de un reflejo que llevo como un tesoro guardado adentro de mi alma.

Y si algún día, los recuerdos los invaden, recuerden que su padre, papá o su viejo, como quieran bautizarme, fue ese hombre que tuvo errores porque humano siempre ha sido.


Pero también ha tenido aciertos, porque en el amor hacia ustedes, esta mi sangre, que en un latido va cuidándoles el corazón, como cuando eran niños.-
¡ Los amo !
Papá

Eduardo J. Nieto Mújica